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¿Y es que nadie se daba cuenta del terrible sacrificio que cada día hacían miles de personas que trepaban los empinados cerros hundiendo sus zapatos en terrenos arenosos o empedrados, para dirigirse a sus casas? O del constante viacrucis para bajar a sus centros de trabajo o de estudios, muchas veces resbalándose, pues era la única forma que tenían para salir de sus viviendas.

¿Dónde estaban los políticos que proclamaban el tan repetido amor por el prójimo? ¿Se puede ser feliz viendo al ser humano transitar así hacia un destino que lo espera en la cúspide de un cerro, varios metros más arriba? Era una crueldad que nos delataba como una sociedad indolente, que nos ponía al margen del sufrimiento, que nos descalificaba.

Se podía respirar el dolor. Eso fue lo que nos impulsó a construir las escaleras. Esta realidad nos hizo sentir incómodos como seres humanos y no podíamos ser ajenos a esa horrorosa circunstancia, en la que incluso familias enteras usaban un solo espacio pequeño para sus actividades cotidianas: desayunar, cocinar, estudiar y dormir.

Entonces muchos se rieron y dijeron que eran diminutas escaleras… porque es cómodo vivir en la ciudad, en casas de uno o dos pisos o en edificios con ascensores, al margen del dolor humano. Teníamos que atenderlos y lo hicimos. Ahora, los habitantes de los cerros de Lima pueden bajar fácilmente a la zona urbana, con los zapatos limpios y de forma segura.

Ante la falta de lugares de recreación a su alrededor también les creamos espacios de esparcimiento y distracción como las losas deportivas. Y ahora también, las Casas Solidarias, que se convierten en comedores populares para dar alimento a los pobladores; y también en aulas de clase donde estudian primaria, secundaria y aprenden diversos oficios mediante talleres productivos.

Hemos revolucionado la calidad de vida de la población de la periferia con ideas sencillas e ingeniosas. Sigamos haciendo entre todos una sociedad mucho más justa, más solidaria y más humana. Esta es una exigencia humana que debemos compartir. Siempre… Pensando en ti.

La revolución de las escaleras

Para entender mejor el éxito de las Escaleras Solidarias en Lima y cómo estas han transformado la vida de miles de familias en la periferia, hay que remontarse a los años 40, cuando la población menos favorecida se enfrentaba a la pobreza, la marginación social y la injusticia, especialmente en el interior del país.

Las losas y los muros solidarios

Creamos más espacios para la recreación y la actividad física en las zonas periféricas de Lima, así como muros de contención en las laderas de los cerros para prevenir futuros desastres por deslizamientos de tierra.

 

Las casas solidarias

La comuna construyó espacios multiusos con el propósito de llevar sus servicios a los asentamientos humanos de la capital y ofrecer a sus habitantes actividades que les permitan impulsar su desarrollo.